Hay vida después de un querer incomprendido, asegura la psicóloga Patricia Sarcos, quien nos ofrece los diez principios de supervivencia afectiva pensados para no morir de amor.
1. “Si ya no te quieren, aprende a perder y retírate dignamente, ya que luchar por un amor imposible, nuevo o viejo, deja muchas secuelas”. Este es el primer principio de esta psicóloga, graduada en la Universidad de Estados Unidos que, “Cuando realmente ya no te aman, con independencia de las razones y causas posibles, hay que deponer el espíritu guerrero y no librar una batalla inútil y desgarradora; es mejor sufrir la pérdida de una vez que someterse a una incertidumbre sostenida y cruel”, aconseja la psicóloga.
2. El segundo consejo de este experto es que nunca te cases con el amante, “porque es como echarle sal al postre. Solamente un pequeño porcentaje de amantes que acaban casándose o se van a vivir juntos, mantienen una relación que funcione”.
“Despertar del éxtasis, reestructurar la locura simpática que mantenía viva la relación tiene sus consecuencias y contraindicaciones; es muy difícil reglamentar el amor pasional y que el hechizo no se rompa”,
“También es común, en estos casos, -agrega- que la persona mantenga un lazo compensatorio con su ex pareja por lástima, responsabilidad moral o culpa, un aspecto que pone los pelos de punta al viejo amante transformado, especialmente, cuando el marido-esposa ofendido entra en crisis”.
3. “En ocasiones, los ex se convierten en una especie de apéndice: no cumplen ninguna función, son incómodos y habría que extraerlos de raíz si se quiere tener una vida saludable y en paz”, aconseja el especialista.
“Ni contigo ni sin ti”.
4. Para aquellos enamorados a quienes su pareja martiriza con el tan manido “ni contigo ni sin ti”, Sarcos aconseja que corran con todas las fuerzas lo más lejos posible y no salten al compás del otro, sino que sean rotundos y contundentes en el “se acabó”.
5. “Si decides seriamente salirte del juego, notarás que, poco a poco, tus emociones empezarán a depender de ti: este proceso se conoce como “autorregulación” y permitirá que la actitud dubitativa del otro te afecte menos, que te mueva, pero no te tumbe”, enfatiza esta psicóloga clínica.
6. Otro principio de supervivencia radica en alertar sobre que el poder afectivo lo tiene quien necesita menos del otro y no faltan quienes intentan sacarle provecho con el mensaje implícito de que se irán si no le dan lo que desea.
7. “Ensaya la soledad”, es el consejo de la experta, en el bien entendido de que la soledad afectiva no tiene porqué ser una tortura y que no se define por sustracción (estar “sin ella o sin él”) sino por la multiplicación del “yo”, que se recrea en el autodescubrimiento.
“Invítate a ti mismo a salir y conversa de “tú a tú” o de “yo a yo” y tendrás que reconocer, aunque sea a regañadientes, que la persona a la que quieres, a veces, sobra y molesta, a pesar de que la ames”,
Un clavo no saca otro clavo.
8. “Un clavo no saca otro clavo y, a veces, pueden quedar dentro los dos”, advierte el psicólogo para quienes suelen recurrir a este proceso, bien por la necesidad de ser amado, la baja tolerancia al dolor afectivo, o el revanchismo.
“Con esta idea en la cabeza, los dolientes se lanzan al mundo del mercado afectivo en busca de un ‘clavo’ más grande y más potente que desplace y retire el anterior, sin pensar que en el mundo emocional hay unas leyes que subsisten antes deben ser asimiladas y diluidas por el organismo”, en relación con el duelo amoroso.
En su opinión, lo mejor sería un proceso a la inversa: primero hay que sacar el viejo clavo y luego, si tienes suerte, hallarás una persona que valga la pena y que pueda a entrar en tu vida tranquila y sin estorbos del exterior.
9. Otro principio de supervivencia afectiva pasa por evitar el sacrificio irracional e intentar anularte para que tu pareja sea feliz “porque autocastigarte para levantarle la moral a otro es matar el amor en nombre del amor; ésa es la paradoja”,
10. Otra máxima a tener en cuenta es que “si el amor no te ve, ni te siente, no existe o no te sirve” y abomina de quienes no son capaces de expresar amor porque “no es suficiente sentir el amor, sino que hay que sacarlo a relucir, hay que probarlo”.
“Necesitamos algo de locura, un poco de desorden, una chispa que nos recuerde que la pasión no ha muerto y el juego no ha terminado; entre un estilo afectivo apocado y preciso y otro locuaz y explícito, la mayoría preferimos el segundo”, enfatiza el experto.
Y, por último, concluye que algunas separaciones son instructivas ya que “permiten saber lo que no quieres del amor”.