sábado, 11 de junio de 2011

BUENOS MODALES, BUENOS NEGOCIOS

En el mundo de hoy (donde todo es rápido y vertiginoso) el éxito tanto en el ámbito empresarial como social nos exige estar lo más preparados que nos sea posible. A la hora de buscar trabajo o de desempeñarse satisfactoriamente en el ámbito laboral, las personas no tienen dudas acerca de la importancia de contar con un título universitario, cursos y posgrados que garanticen y realcen sus destrezas. En este contexto, ciertos atributos que parecen pasados de moda deben ser reafirmados. Uno de ellos es el protocolo. La primera intención de este libro es desmitificar la idea de que el protocolo sólo es para diplomáticos. Nada más alejado. Muchas veces no sabemos expresar lo que queremos decir, nos ganamos por torpeza la antipatía de otros, habíamos cuando deberíamos hacer silencio o nos callamos cuando están esperando una respuesta de nuestra parte. Otras veces, el desconocimiento de las formas nos hace trastabillar en los momentos clave. Saber comportarse en todas las circunstancias es un arte que puede aprenderse y nos llevará directo al éxito. Buenos modales, buenos negocios es un libro necesario para todo aquel que quiera sobrevivir y destacarse en el ambiente empresarial y social. Brinda toda la información necesaria para desenvolvernos en situaciones complejas. A través del manejo y el cuidado de los modales, otorga la seguridad necesaria para negociar con un cliente, convivir cordialmente con nuestros pares y ser justos con nuestros subalternos. Nos da herramientas para mantener una conversación interesante, saber mirar a nuestro interlocutor, asistir a una cena o ser un buen invitado. Con un lenguaje ameno y descontracturado, Edith Cortelezzi nos demuestra que todo es posible cuando se conocen las reglas

viernes, 27 de mayo de 2011

Yo te manipulo, ¿y tú qué haces?

Yo te manipulo, ¿y tú qué haces? de la manipulación emocional, seamos víctimas o verdugos, repercute negativamente en nuestro bienestar psicológico.

Si no conseguimos alejarnos de esa actitud tan dañina, nunca lograremos alcanzar la serenidad vital.

En nuestro contexto actual, el principal objetivo de la existencia humana parece ser la obtención de ciertos bienes materiales. La herramienta que utilizamos para conseguirlos es la manipulación, que ha pasado a desempeñar un papel fundamental en todos los ámbitos de nuestra experiencia.

Yo te manipulo, ¿y tú qué haces? nos invita a reflexionar sobre los beneficios anímicos y espirituales que nos reportaría tanto dejar de influir sobre los demás como evitar que las personas de nuestro entorno nos manejen con la intención de lograr sus propios fines.

La forma en la que los seres humanos nos vinculamos, refleja aspectos relevantes de nuestra personalidad. La manipulación, la violencia psicológica y la física, sumadas al chantaje emocional, son moneda corriente hoy en las relaciones afectivas y laborales, así como en la interacción que mantenemos con otros individuos. Tomar conciencia de cómo estamos viviendo y por qué lo aceptamos es una de las tantas propuestas que los lectores encontrarán en este nuevo libro.
En Yo te manipulo, y tú ¿qué haces? en forma natural y amena, puedan descubrir el porqué de su insatisfacción con su existencia.  El objetivo es mejorar y hacer de la vida un jardín de creación y de respeto por nuestros límites y por nuestros derechos.

viernes, 20 de mayo de 2011

¿Es posible amar sin equivocarnos tanto y que el sufrimiento sea la excepción y no la regla? ¿Cómo amar sin morir en el intento

Hay vida después de un querer incomprendido, asegura la psicóloga Patricia Sarcos, quien nos ofrece los diez principios de supervivencia afectiva pensados para no morir de amor.
1. “Si ya no te quieren, aprende a perder y retírate dignamente, ya que luchar por un amor imposible, nuevo o viejo, deja muchas secuelas”. Este es el primer principio de esta psicóloga, graduada en la Universidad de Estados Unidos que, “Cuando realmente ya no te aman, con independencia de las razones y causas posibles, hay que deponer el espíritu guerrero y no librar una batalla inútil y desgarradora; es mejor sufrir la pérdida de una vez que someterse a una incertidumbre sostenida y cruel”, aconseja la psicóloga.
2. El segundo consejo de este experto es que nunca te cases con el amante, “porque es como echarle sal al postre. Solamente un pequeño porcentaje de amantes que acaban casándose o se van a vivir juntos, mantienen una relación que funcione”.
“Despertar del éxtasis, reestructurar la locura simpática que mantenía viva la relación tiene sus consecuencias y contraindicaciones; es muy difícil reglamentar el amor pasional y que el hechizo no se rompa”,
“También es común, en estos casos, -agrega- que la persona mantenga un lazo compensatorio con su ex pareja por lástima, responsabilidad moral o culpa, un aspecto que pone los pelos de punta al viejo amante transformado, especialmente, cuando el marido-esposa ofendido entra en crisis”.
3. “En ocasiones, los ex se convierten en una especie de apéndice: no cumplen ninguna función, son incómodos y habría que extraerlos de raíz si se quiere tener una vida saludable y en paz”, aconseja el especialista.
“Ni contigo ni sin ti”.
4. Para aquellos enamorados a quienes su pareja martiriza con el tan manido “ni contigo ni sin ti”, Sarcos aconseja que corran con todas las fuerzas lo más lejos posible y no salten al compás del otro, sino que sean rotundos y contundentes en el “se acabó”.
5. “Si decides seriamente salirte del juego, notarás que, poco a poco, tus emociones empezarán a depender de ti: este proceso se conoce como “autorregulación” y permitirá que la actitud dubitativa del otro te afecte menos, que te mueva, pero no te tumbe”, enfatiza esta psicóloga clínica.
6. Otro principio de supervivencia radica en alertar sobre que el poder afectivo lo tiene quien necesita menos del otro y no faltan quienes intentan sacarle provecho con el mensaje implícito de que se irán si no le dan lo que desea.
7. “Ensaya la soledad”, es el consejo de la experta, en el bien entendido de que la soledad afectiva no tiene porqué ser una tortura y que no se define por sustracción (estar “sin ella o sin él”) sino por la multiplicación del “yo”, que se recrea en el autodescubrimiento.
“Invítate a ti mismo a salir y conversa de “tú a tú” o de “yo a yo” y tendrás que reconocer, aunque sea a regañadientes, que la persona a la que quieres, a veces, sobra y molesta, a pesar de que la ames”,
Un clavo no saca otro clavo.
8. “Un clavo no saca otro clavo y, a veces, pueden quedar dentro los dos”, advierte el psicólogo para quienes suelen recurrir a este proceso, bien por la necesidad de ser amado, la baja tolerancia al dolor afectivo, o el revanchismo.
“Con esta idea en la cabeza, los dolientes se lanzan al mundo del mercado afectivo en busca de un ‘clavo’ más grande y más potente que desplace y retire el anterior, sin pensar que en el mundo emocional hay unas leyes que subsisten antes deben ser asimiladas y diluidas por el organismo”, en relación con el duelo amoroso.
En su opinión, lo mejor sería un proceso a la inversa: primero hay que sacar el viejo clavo y luego, si tienes suerte, hallarás una persona que valga la pena y que pueda a entrar en tu vida tranquila y sin estorbos del exterior.
9. Otro principio de supervivencia afectiva pasa por evitar el sacrificio irracional e intentar anularte para que tu pareja sea feliz “porque autocastigarte para levantarle la moral a otro es matar el amor en nombre del amor; ésa es la paradoja”,
10. Otra máxima a tener en cuenta es que “si el amor no te ve, ni te siente, no existe o no te sirve” y abomina de quienes no son capaces de expresar amor porque “no es suficiente sentir el amor, sino que hay que sacarlo a relucir, hay que probarlo”.
“Necesitamos algo de locura, un poco de desorden, una chispa que nos recuerde que la pasión no ha muerto y el juego no ha terminado; entre un estilo afectivo apocado y preciso y otro locuaz y explícito, la mayoría preferimos el segundo”, enfatiza el experto.
Y, por último, concluye que algunas separaciones son instructivas ya que “permiten saber lo que no quieres del amor”.

jueves, 19 de mayo de 2011

Mi Mamá no me escucha


Me sorprende encontrar un elemento común en todos los correos que recibo de jóvenes adolescentes: Mi mamá no me escucha, mi papá no me entiende, mis papás quieren más a mi hermana o a mi hermano que a mí, no sé cómo hacer para que me comprendan... La mayoría de ellos expresa la necesidad que tiene de un buen consejo o una guía para superar una situación difícil, que en la generalidad de los casos pone a prueba su autoestima, sus valores o la confianza en sí mismos. En estos casos la comunicación con los padres se vuelve determinante. ¡No los dejemos solos!
¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a tu hijo sin interrumpirlo, sin juzgarlo o sin criticarlo antes de que terminara de expresarse y mirándole a los ojos con amor y atención?
Muchas veces dejamos de prestar atención a los pequeños cambios que ocurren en el comportamiento de nuestros hijos, asumimos que están y estarán muy bien porque son nuestros y nada malo o difícil les puede pasar. Pero, ¿has recordado lo importante que es colocarte en su lugar cada vez que enfrentan una situación nueva o desconocida? Generalmente se nos olvida que nosotros también pasamos por situaciones en las que no sabíamos cómo actuar o qué decisión tomar cuando teníamos esa edad, y que si bien hoy en día como adultos le quitamos la gravedad que tuvo para nosotros, en su momento fue difícil e importante.
Si lo permitimos, las preocupaciones, el exceso de responsabilidad, la incertidumbre y el temor por el futuro pueden convertirnos en personas llenas de estrés, irritables y desconectadas de nuestros seres queridos, por esta razón es importante que de vez en cuando nos revisemos y le preguntemos a nuestros seres queridos y en especial a nuestros hijos: ¿Cómo se sienten con nosotros? Ojalá estemos abiertos y dispuestos a escuchar sin afectarnos su respuesta.
No podemos esperar a que ellos se comporten o actúen como nosotros lo hicimos o como lo haríamos en este momento. Recordemos que cada uno tiene capacidades y limitaciones diferentes que lo convierten en un ser único y especial.
Una comunicación sana es el puente que nos permite acercarnos a ellos, para conocer sus pensamientos y sentimientos en cada etapa de la vida. Aprendamos a escuchar con atención, amor y respeto hasta sus comentarios más pequeños, porque esto hará que poco a poco, ellos confíen en que siempre encontrarán en nosotros un espacio a salvo donde refugiarse y sentirse seguros, especialmente en los momentos más peligrosos y difíciles.
Claves para escuchar a nuestros hijos
Escucha en vez de hablar. Cuando comiences una conversación con tus hijos, en lugar de reaccionar a sus comentarios inmediatamente, pregúntales: ¿Qué fue lo que pasó? Y ¿Qué fue lo que te dijo? De esta manera los ayudarás a aclarar la mente y a resolver sus problemas mientras te responden. Cuando tus hijos te hablen de algo que les preocupa, deja lo que estás haciendo y escúchalos con mucha atención.
Escucha entre líneas. A veces ocurre que tu hijo se siente incómodo y no se atreve a expresar abiertamente lo que siente, por eso es importante que pongas atención a lo que esta tratando de decir, reconoce sus emociones y cómo le afectan. Escoge el momento más adecuado para hablar con ellos, puede ser antes de acostarse o cuando vas con ellos en el carro.
Escucha su punto de vista o sus comentarios, aun cuando sea difícil hacerlo sin asumir o hacer algún comentario negativo. Déjalos hablar y expresarse sin interrumpirlos. Y cuando sea tu turno de expresar tu opinión, evita ignorar o anular la de ellos.
Suaviza tus reacciones al momento de comunicarte con ellos. Recuerda que ellos son susceptibles de los gestos que haces y hasta del tono de tu voz cuando les hablas. Si te pones rabiosa y los amenazas, ellos cortarán la comunicación inmediatamente contigo por temor a tu reacción o castigo.
Habla con tus hijos utilizando ejemplos propios, esto te ayudará a colocarte a nivel de ellos facilitando así la comunicación. Evita criticarlos o juzgarlos con ligereza.
Pídeles su opinión. A los niños les encanta que sus padres los involucren en las conversaciones familiares y les pidan su opinión, esto los hace sentir importantes, queridos y tomados en cuenta.
Tus hijos son como pequeños pedazos de arcilla virgen, con la que puedes moldear figuras maravillosas. Hazlo con amor, respeto y responsabilidad. ¡Niños fuimos todos... y que no se nos olvide nunca! ¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa, todo va a estar bien!